sábado, septiembre 02, 2006

Cuarto creciente
de ángeles abyectos

cuelgan
de los cuatro confines
del cielo

jueces
de un final decretado
desde el principio del tiempo

aguardan
sin prisa
el desenlace

de nuestra patética existencia

morbosamente
comentan
los pormenores
de esta definición
Crees en la vida eterna
como en las palabras ocultas
que me obligaste a creer
como a un niño indefenso
y rebelde de nacimiento

creías que no lo sospechaba

aún guardo

tus secretos
en mi corteza

que curioso,
mis manos

aún tiemblan
en tu absurda presencia
Lleno de sudor
pienso en ti
nuevamente me desgarro
de dolor añejo

anelando tu carne fresca
y pecadora
que
me embriaga
tanto
de placer comun

te espero
brazos abiertos
a las 9:50
de
todas las mañanas
de este preciso instante
Nuevamente la ciudad pasa a mi alrededor

y yo aquí

rodeado de gentes sin valor
y montañas siniestras
que precipitan

cada cierto tiempo
lluvias de augurios repetidos

francamente nada de esto tiene sentido

las aguas se han calmado

el dolor desaparece lentamente

el sol se oculta
como siempre
Creciendo hirsuto a la derecha de tus perfectas caderas

me aferro cual infante desolado

a las ganas de verte desde un rincón perdido

tragándome el dolor
y esperando un nuevo milagro de verano

que te haga nacer otra vez

sólo los Dioses conocen nuestro rito

observar
a través de una copa servida

tus labios de niña

intento agarrar las argollas de humo
que brotan de tu cigarro

pensando
que esta vez
si es de verdad

todo lo que esperaba
como tu voz hermosa
diciéndome
cuídate
Frenéticamente resignado a tus deserciones
me dirigí raudo
a perderme en la profundidad de una concha
sin nombre

dispuesto a olvidarme por completo
de tu total y absoluta falta de compromiso

por qué será que siempre vuelvo a creer en ti?

en tu tiempo sobrante

en tus cariños por goteo

por qué crestas
cuando estoy a punto de sanarme

se abre la puta tierra y vuelves a florecer
otra vez
cada año
y me embrujas
de nuevo
con tus besos dulces

eres mi maldita adicción