Una estrella muy quieta
se posó sobre el firmamento
de tu cabeza diminuta
Caen suaves las hojas de miel
se amontonan
unas pocas
bajo tus parpados de trasnoche
ramas brotan
desde los pies
que cubren totalmente
los rincones más recónditos
del cosmos de tu vientre
enfermo y voraz
Me asomo por las orillas
de tu ombligo
y deseo
una vez mas
resbalarme
y
perder, del todo,
el control de la
situación que
se avecina impostergable
como todas las cosas
que carecen de valor
absoluto.
jueves, marzo 16, 2006
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